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El maquis español en la literatura y el cómic: una historia de manipulación, censura y olvido

La imagen del maquis en la literatura

La dictadura franquista emplea todos sus medios para generar una imagen negativa del maquis. Se otorgan premios y fondos a novelas que difaman a la guerrilla, sin importar su calidad literaria. Obras como La paz empieza nunca (Premio Planeta, 1957), de Emilio Romero, Testamento en la montaña (Premio Concha Espina, 1955), de Manuel Arce, o El mundo de Juan Lobón (Premio de la Crítica, 1967), de Luis Berenguer, criminalizan a los guerrilleros en sus tramas.

Esta lista es larga, y sus obras tienen una calidad limitada. Miembros de la Benemérita incluso escriben sobre su lucha contra el maquis. Algunos ejemplos son La sierra en llamas (1953), de Ángel Ruiz de Ayúcar, y La lucha contra el crimen y el desorden. Memorias de un teniente de la Guardia Civil (1957), de Cándido Gallego Pérez.

En estas novelas, se niega cualquier justificación política o humana para la lucha guerrillera. Se retrata a los miembros del maquis como villanos que viven del crimen y extorsionan a los españoles durante los años difíciles de la posguerra. La literatura franquista intenta romper las simpatías que los guerrilleros tienen en las zonas rurales más remotas, donde obtienen apoyo clandestino y suministros para seguir la lucha.

Incluso la Guardia Civil se aventura en el ensayo histórico, donde manipula los hechos al igual que en la ficción. Algunos ejemplos son El maquis en España (1975) y El maquis en sus documentos (1976), de Francisco Aguado Sánchez. A pesar de estar escritos al final de la dictadura franquista, sus ideas son obsoletas. El historiador y teniente coronel de la Guardia Civil enumera supuestas actividades delictivas de los guerrilleros, a los que llama «bandoleros comunistas», y elogia los esfuerzos de la Guardia Civil para combatir al maquis, que, en sus propias palabras, eran «criminales de posguerra dedicados a destruir el orden legítimo establecido por el general Franco».

En la dictadura, la maquinaria ideológica y represiva van de la mano en la lucha contra el maquis. Afortunadamente, la imagen internacional del maquis es muy diferente. Los exiliados de la Guerra Civil española participan activamente en la lucha contra el fascismo en Europa, y «el maquis español» mantiene su halo romántico y heroico. Esto se refleja en la escasa literatura escrita por exiliados españoles que menciona a estos guerrilleros.

El maquis aparece en algunos textos significativos, como La niña guerrillera, una obra de teatro de José Bergamín publicada en México en 1945. En sus páginas, se mencionan torturas y persecuciones por parte de la represión del régimen de Franco, informantes y colaboradores que delatan a los guerrilleros, y falangistas al otro lado de los Pirineos que ayudan a soldados alemanes a cruzar a España desde la recién liberada Francia.

A la vez, se enfatizan elementos que ya aparecen en obras anteriores de Bergamín, como La hija de Dios: el apoyo de los guerrilleros en el país vecino y la necesidad de una «nueva reconquista» de España, un juego de palabras creado por Bergamín como respuesta al término «cruzada» utilizado por los rebeldes durante la Guerra Civil española. El activista Bergamín trabaja incansablemente en todos los frentes, incluyendo el literario, con la esperanza de que la comunidad internacional acabe con el régimen dictatorial de Franco después de la derrota del nazismo en Europa.

La niña guerrillera solo puede entenderse en este contexto. Cuando Bergamín vuelve al tema en su versión original de La sangre de Antígona (1956), se percibe su desesperación. El escritor no olvida su compromiso con la causa republicana, pero la situación internacional ha cambiado drásticamente, y su literatura refleja su pesar por la indiferencia de la comunidad internacional al negarse a intervenir militarmente y acabar con el fascismo en España.

Otros escritores de teatro exiliados también tratan el tema de la Guerra Civil y el maquis. Además de Bergamín, otro intelectual que escribe sobre el maquis es Max Aub, autor de Los guerrilleros (1944). Con su experiencia en el teatro gracias al famoso grupo de teatro universitario español, El Búho, que estaba integrado en las Misiones Pedagógicas de la República española, Aub se aventura en los escenarios y estrena Los guerrilleros en 1948.

La erosión de la imagen del maquis en la novela

El Teatro de los Electricistas de Ciudad de México

Inaugurado en 1963, el Teatro de los Electricistas de Ciudad de México fue una plataforma importante para la difusión de obras de teatro de carácter social y político. Un ejemplo de ello es «Los culpables», de Ricardo Morales, miembro del círculo formado por la comunidad de intelectuales y artistas españoles exiliados, que encuentra en el exilio chileno la inspiración para su obra.El colaboracionismo es un fenómeno incómodo presente en la historia de Francia. Se ha dado prioridad y exagerado la participación francesa en la Resistencia, ignorando a los exiliados españoles que juegan un papel esencial en ella. Paco Roca en su cómic Los surcos del azar (2013) expone el olvido de la participación de los exiliados en la Liberación de París en La Nueve, una compañía formada por españoles de la Guerra Civil. En los países de habla hispana, el tema del maquis es tratado de la misma forma, ignorando la participación de los guerrilleros españoles y exportando el mito de la Resistencia francesa sin mencionarlos.

El maquis fue ignorado en los cómics durante décadas y tuvo que llegar la transición para que se comenzara a tratar el tema de la Guerra Civil de manera satírica en revistas como Cimoc, El Víbora, El Jueves, Totem, El Papus, etc. Sin embargo, todavía pasarían algunos años más hasta que el maquis apareciera como protagonista en novelas gráficas.

A pesar de ello, algunas publicaciones extranjeras como Charlie Hebdo, Le Canard Enchaîné o Cuadernos de Ruedo Ibérico comenzaron a mostrar una sensibilidad hacia la problemática de la dictadura en España a partir de los años 60. Entre los autores que publicaron sátiras del franquismo en estas revistas se encuentra Andrés Vázquez de Sola. Los republicanos exiliados usaban estas caricaturas como una forma de lucha de guerrilla, enviándolas disimuladamente a España mediante el correo.

Una de las sátiras más destacadas del régimen franquista es la ilustración del mexicano Rafael Freyre titulada Por bulerías, publicada en el periódico España y la paz. En ella, Franco aparece travestido de flamenca bailando al son del Tío Sam mientras éste toca la guitarra española. Esta caricatura es una muestra de la resistencia ante el régimen franquista y su deseo de ser reconocido internacionalmente.