La participación de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial fue diversa y controversial. Algunas mujeres colaboraron con las fuerzas de ocupación y otras se unieron a la resistencia. La ocupación de un territorio por parte de una potencia extranjera implica la sumisión o la adaptación al nuevo statu quo que impone el invasor.
Para las mujeres en los territorios ocupados, la situación era difícil y compleja. Tenían que lidiar con nuevas leyes y costumbres impuestas por el invasor, mientras que también intentaban mantener su vida y sobrevivir. Algunas mujeres se vieron obligadas a colaborar con el enemigo para evitar el hambre y la necesidad, mientras que otras se negaron y se unieron a la resistencia.
La colaboración con el enemigo se manifestó de diversas formas, ya sea por afinidad ideológica, por beneficios económicos o por mera subsistencia. Algunas mujeres incluso participaron en la delación de miembros de la Resistencia o de judíos que se escondían, en un intento de ganar el favor del invasor y mejorar su estatus social.
Pero también hubo mujeres que se unieron a la resistencia, luchando contra la ocupación y arriesgando sus vidas para ayudar a su país. Otro grupo de mujeres se mantuvo en una posición más pasiva, soportando al invasor y esperando por el fin de la guerra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres se encontraron como las principales responsables de mantener sus comunidades y hogares, ya que muchos hombres habían muerto en el campo de batalla o habían sido encarcelados o se habían unido a la Resistencia. Esto les otorgó un nuevo rol y responsabilidad que antes no tenían.
La participación de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial
Algunas colaboraron con el enemigo, mientras que otras lucharon contra la ocupación. Pero todas tuvieron que adaptarse y sobrevivir en un momento histórico lleno de dificultades y desafíos.Violette Morris, la mujer condecorada en la Primera Guerra Mundial y deportista admirada durante la década de los veinte, tuvo algunas dificultades con las autoridades deportivas francesas debido a su condición sexual y su forma de vestir masculina. Durante la ocupación nazi en Francia, Violette Morris colaboró con los invasores y se infiltró en grupos de la Resistencia, sobresaliendo por su sadismo en especial al interrogar a mujeres. Aunque hay algunos testimonios de que su colaboracionismo fue limitado, se sabe que su negocio de reparación de automóviles se vio obligado a cerrar por problemas con su casero. En la misma época, otra mujer judía, llamada Stella Kübler-Isaacksohn, también colaboró con los nazis por motivos de supervivencia, aunque su apodo, »el veneno rubio», denota el odio que generó entre su comunidad.
Algunos judíos alemanes como Stella Kübler-Isaacksohn, cuyo aspecto ario les permitía pasar desapercibidos, optaron por colaborar con los nazis para salvar su vida.
Violette Morris, una mujer que fue reconocida en la Primera Guerra Mundial por su labor como conductora de ambulancias y era admirada por su talento deportivo durante la década de los veinte, enfrentó dificultades en su carrera debido a su orientación sexual y su elección de vestimenta masculina. Esto llevó a Morris a tener problemas con las autoridades deportivas francesas, lo cual finalmente resultó en un juicio que ella perdió. Morris abrió un taller de reparación de automóviles, pero desafortunadamente se vio obligada a cerrarlo debido a conflictos con su arrendador judío. Como resultado, Morris comenzó a tener sentimientos antisemitas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1935, Morris fue reclutada por el servicio de inteligencia nazi, conocido como el Sicherheitsdienst o SD. Durante los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, Morris quedó cautivada por la propaganda nazi y aceptó trabajar como espía para ellos. Entre sus tareas, Morris fue capaz de obtener mapas de puntos de defensa en París y planos de la Línea Maginot, una serie de fortificaciones francesas. Durante la ocupación nazi en Francia, Morris siguió colaborando con las fuerzas invasoras. No solo trabajó con la Gestapo alemana, sino también con la homóloga francesa, conocida como la Carlingue. Morris también se infiltró en grupos de la Resistencia y actuó como interrogadora en las oficinas de la Gestapo francesa, destacándose por su cruel tratamiento hacia las mujeres.
A pesar de que algunos testimonios sugieren que la colaboración de Morris fue limitada, se sabe que jugó un papel activo en la ocupación nazi en Francia. Desafortunadamente, Morris fue asesinada a tiros por un grupo de resistencia mientras trabajaba como chofer para los Bailleul, una familia conocida por su apoyo a los nazis.
Sin embargo, Morris no fue la única mujer contemporánea que optó por colaborar con los nazis. Stella Kübler-Isaacksohn, una mujer judía de apariencia ario, también optó por colaborar con los nazis por su propia supervivencia. Su aspecto fuera de lo común le permitía pasar desapercibida entre la comunidad judía. Debido a su elección de colaborar con los nazis, Kübler-Isaacksohn recibió el apodo de «el veneno rubio», una clara muestra del rechazo y odio que generó entre su comunidad.no se puede hacer suficiente para resaltar la historia oculta de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial. Las mujeres jugaron muchos papeles diferentes durante el conflicto, y algunos, como el de colaboracionista, pueden ser más conocidos que otros. Sin embargo, es importante reconocer y recordar a todas las mujeres que vivieron y trabajaron durante ese momento tumultuoso de la historia, independientemente de su papel. En este artículo se resalta un aspecto de la colaboración femenina con los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial: el trabajo en burdeles y la traición de judíos.
La «veneno rubio» y otras colaboracionistas
Stella Kübler-Isaacksohn, también conocida como «el veneno rubio», era una judía que colaboró con los nazis. A pesar de su origen judío, Stella trabajó eficazmente para la Gestapo y se estima que su colaboración llevó a la captura de unos 3,000 judíos. Sin embargo, los nazis terminaron traicionándola, deportando y asesinando a sus padres. A pesar de este trauma, Stella continuó colaborando con los nazis hasta la caída del Tercer Reich. Fue luego encarcelada por los soviéticos y posiblemente se suicidó, quizás atormentada por el peso de las vidas que contribuyó a destruir.
Stella no fue la única mujer que colaboró con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En los territorios ocupados, había mujeres que simpatizaban con los partidos nacionalsocialistas y sólo tenían permitido unirse a ellos durante el período de ocupación. Por ejemplo, en los Países Bajos, el Movimiento Nacional Socialista (NSB) tenía una juventud afiliada llamada »Jeugdstorm». Una joven de 17 años, miembro de esta juventud, terminó huyendo a Alemania con su familia y trabajando en Austria como enfermera. Al final de la guerra, fue internada en un campo, abusada, y su casa fue confiscada.
También en Holanda estaba Ans Van Dijk, una judía que fue la única mujer ejecutada por colaborar con los alemanes. En 1943, fue detenida por la Gestapo y comenzó a trabajar como espía, haciéndose pasar por parte de la resistencia para ganarse la confianza de los judíos y luego delatarlos. Entre las 100 personas que traicionó se encontraba su propia familia.
Las mujeres en burdeles de París
Después de la rápida derrota de Francia en 1940 y la ocupación nazi de París, la ciudad se convirtió en la «capital europea del sexo» durante los cuatro años de ocupación. El gobierno colaboracionista de la Francia de Vichy proveía de todo lo necesario a los soldados alemanes, incluyendo el acceso a los burdeles de la ciudad. Cerca de 1,400 prostíbulos (de los cuales 300 estaban en París) estaban a disposición de los oficiales alemanes, que pagaban generosamente a las mujeres por sus servicios.
Entre las mujeres que trabajaban en estos burdeles se encontraban algunas que, por elección o necesidad, estaban dispuestas a entretener a los soldados alemanes a cambio de dinero y lujos. El comportamiento refinado y los idiomas que hablaban los alemanes muchas veces dejaba a las mujeres prefiriendo sus compañías a las de los compatriotas franceses.
La historia de las mujeres durante la Segunda Guerra Mundial es compleja e individual. En este artículo, se resalta el papel específico de las mujeres en la colaboración con los nazis a través de trabajos sexuales y la traición de judíos. Es importante recordar que, si bien algunas mujeres eligieron estas acciones, muchas otras fueron forzadas o sufrieron abusos similares durante la guerra. Todas las mujeres merecen ser recordadas y su historia contada.