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La exquisita decoración de las capillas de la Catedral de Jaén

Interior of Assumption of the Virgin Cathedral in Jaen

El arte que en ellas se ve y admira es, en general, un fiel reflejo de la que se cultivó en la Catedral, ya que las mismas órdenes se hacían para la Catedral y para las capillas. Si las bóvedas, los altos muros, los heraldos y los santos de la Catedral tenían predicamento en la ciudad y en la corte, los productos artísticos en las capillas no gozarían de menor fortuna.

Las capillas mayores se reservaron para personajes relevantes, como Fernando Ortega Salgado, que era el obispo de Jaén. Todas ellas cumplían una doble función: la religiosa, como lugar de culto y enterramiento, y también como medio para demostrar el poder y la devoción de sus fundadores, que dejaban constancia de su posición social y su fervor religioso a través de la ornamentación y las donaciones para el sustento de capellanes y cultos. Además, la proyección hacia el exterior era igualmente importante, ya que las capillas eventualmente recibían el paso de los transeúntes y la mirada de aquellos que se congregaban en la Catedral.

La edificación de la Catedral de Jaén comprendió dos fases principales entre los años 1634 y 1660 y luego entre 1701 y 1736. Al finalizar estas obras, se iniciaron los principales proyectos de amueblamiento, siendo el segundo mucho más ostentoso que el primero. En ambos casos, hubo gran presencia de artículos de la catedral vieja, sobre todo aquellos con gran devoción y simbolismo.

Aunque las normas de conservación en la época eran muy distintas a las actuales, aún hoy perduran piezas medievales y renacentistas en las capillas de la catedral. Entre las más importantes se encuentran la Virgen de la Antigua, la Virgen de la Gracia proveniente de la bandera del Obispo Estúniga y el coro catedralicio.

La remodelación de la capilla mayor

Entre los años 1660 y 1736, se realizaron toda clase de mejoras en la capilla mayor. Sin embargo, la escasez económica frustró muchos de estos proyectos y se optó por reutilizar obras que de otra forma, se venderían o incluso destruirían.

La capilla mayor fue una de las más importantes y mejor mantenidas de este espacio. Allí se guardaban dos de las piezas más preciadas del cabildo: el Santo Rostro y la Virgen de la Antigua. A pesar de las múltiples mejoras, se procuró mantener el mismo programa decorativo que la capilla del Santo Volto, Santo Rostro, en la basílica de San Pedro en Roma, durante la Edad Moderna.

En la nueva capilla mayor, se reinstaló el retablo original encargado por el Obispo Sancho Dávila y Toledo, entre 1600 y 1615, al maestro Sebastián de Solís (1550-1630), quien se encargó no solo de la arquitectura, sino también de la escultura, destacando la impresionante escultura del Calvario que corona el retablo.

Cuando se reubicó el retablo después de su primera remodelación y se le añadieron cuatro cuadros pintados por Sebastián Martínez Domedel (1615-1667), sustituyendo a los que se instalaron en la primitiva capilla durante el tiempo de Dávila. Con la indicación de los promotores, Domedel creó copias de las obras guardadas en las colecciones reales de Madrid, especialmente El Escorial, a la cual pudo acceder gracias al Obispo de Toledo y ex-Obispo de Jaén Francisco Moscoso.

Entre las copias se encuentra la conocida y venerada Annunziata de Florencia, con una copia de Alessandro Allori para el rey Felipe II; la Visitación vinculada a Tiziano, y también la pasión de Cristo con dos temas: la Flagelación que imita la obra «el Mudo» en El Escorial, y El Descendimiento, basado en el original de Volterra para la iglesia de Trinitá dei Monti en Roma.

Durante las fechas de ostensión del Santo Rostro, Viernes Santo y día de la Asunción, dos ángeles sostienen una Verónica frente a la puerta del sagrario de la capilla mayor, como una copia del original que satisface la curiosidad de aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerlo. Además, el ángel recuerda a los residentes de Jaén el tesoro guardado dentro de esas paredes.

La restauración neoclásica de la capilla mayor

En 1821, el antiguo retablo se restauró completamente. Sus esculturas pasaron por lo que se había denominado un «refresco», un término que se utilizaba entonces y que es similar al término «restaurar» de hoy, aunque con criterios muy diferentes. La restauración fue parte de un proyecto mayor para reemplazar el estilo barroco original por uno más neoclásico.

Para lograr este objetivo, se retiraron los lienzos de la Anunciación y la Visitation y comenzaron su ubicación a los lados de la capilla mayor, mientras que en su lugar se colocaron dos santos del primer cuerpo, San Bernardo, San Pedro, San Pablo y San Antón, y luego dos lienzos más pequeños que fueron donados por un «caballero veinticuatro», que compró las obras de Murillo en Sevilla.

Una de las curiosidades que se encuentran en esta capilla es el hecho de que detrás del retablo se encuentran signos de la antigua catedral que demuestran que la destrucción no fue tan total como se pensaba. Además, el escudo de los Reyes Católicos se encuentra encima de la clave del arco.

La razón de este emblema es que la reina, agradecida a la ciudad por la toma de Granada y por haber residido aquí durante algunos meses, instituyó el «Juro de las Salaves». Cada sábado, tras la misa, los miembros del cabildo cantaban la Salve a la Virgen de la Antigua en la capilla mayor en honor al tesoro que se encontraba allí.

Después de este período de ornamento continuo, la imagen del Santo Rostro permaneció en la capilla mayor hasta finales del siglo XIX, cuando se trasladó a su ubicación actual en la nave central de la Catedral de Jaén.

 

Decoración de la catedral de Jaén en el siglo XVII

Capillas de la catedral dedicadas a santos

En el siglo XVII, se inició la decoración de la catedral de Jaén con la decoración de la capilla que se encuentra justo antes de la sala capitular. Esta capilla, dedicada a Santiago, fue adornada con un gran lienzo del martirio de San Sebastián realizado por Sebastián Martínez, en el que plasmó todo su aprendizaje adquirido en la corte y firmado en 1663. Este santo era muy venerado en la catedral ya que se poseía una importante reliquia que se procesionaba todos los 20 de enero acompañada del cabildo municipal.

El gran lienzo tiene casi 5 metros de alto, y en el siglo XVIII fue trasladado a la segunda capilla de la nave de la Epístola donde se encuentra actualmente. Fue compartida con la devoción a San Juan Nepomuceno.

Capilla de San Fernando en la catedral de Jaén

También en la década de 1670 se realizó la decoración de la capilla inmediata, ahora dedicada a San Benito, que fue dedicada al nuevo santo de la época, el rey Fernando III.

La canonización de este rey en 1671 fue un gran logro para la Corona española, que quería tener un miembro en los altares como las demás monarquías europeas. La reina regente informó al cabildo de la catedral sobre la canonización y pedido que se extendiera la devoción al nuevo santo, ya sea en pintura o escultura, en capillas o altares cercanos para aumentar la cercanía con los fieles.

La catedral dedicó una destacada capilla, por su tamaño y cercanía a la sala capitular, para alojar la Apoteosis de San Fernando, realizada por Juan de Valdés Leal (1622-1690), una de las pinturas más valiosas de la catedral que se encuentra actualmente en la capilla de San Fernando, antes dedicada al Dulce Nombre de Jesús. En 2010 se trasladó desde el museo catedralicio.

Con el fin de la construcción de la catedral en 1736, se inició la decoración del resto de las capillas con la ayuda de los canónigos y prebendados ante las limitaciones económicas. El primero en encargarse fue el racionero Juan Romero de Utrera, impulsor de la capilla de la Virgen de los Dolores gracias a su albacea, Ambrosio Francisco de Gámez (1693-1762).

Entre las creaciones más destacadas se encuentra un retablo que acoge un lienzo ovalado con la Transfixión de la Virgen realizado por el sevillano Domingo Martínez (1688-1749). También se encuentra un magnífico Cristo yacente atribuido a Juan de Reolid y dos portentosos lienzos de los Evangelistas realizados por Sebastián Martínez.

Patrimonio artístico de la Catedral de Jaén

En los siglos XX y XXI, el patrimonio artístico de la catedral de Jaén se ha ido enriqueciendo. Una de las piezas más importantes es el Cristo de la Buena Muerte realizado en 1927 por Jacinto Higueras, el titular de la cofradía homónima que procesiona todos los Miércoles Santos desde la catedral.

También se encuentran un conjunto realizado por Víctor de los Ríos (1959) y la Virgen de las Angustias, magnífico conjunto creado por José de Mora (h. 1717) al que se sumaron dos ángeles pasionistas de Ramón Amadeu (1745-1821) para la Virgen de la Correa.

La catedral cuenta con obras de importantes pintores como Miguel Viribay, María García, Francisco Carrillo o Santiago Ydáñez, que representan a nuevos beatos y santos o cuyas obras se han expuesto en las galerías altas de la catedral.

No debemos olvidar que la catedral de Jaén, además de ser el principal templo de la diócesis, también es un importante referente cultural. Se celebran conciertos de música sacra, exposiciones y conferencias sobre el patrimonio artístico, en espacios como el coro, la sacristía mayor y las galerías altas, gracias a la colaboración de instituciones como la Asociación de Amigos de la Catedral, la Fundación Caja Rural y la Universidad de Jaén.

Capillas de San Benito y Santa Teresa

El canónigo Gámez estuvo a cargo de los proyectos decorativos de muchas de las capillas barrocas. A pesar de no ver culminado el proyecto de amueblamiento barroco de la catedral, supervisó importantes capillas como las de San Benito y Santa Teresa. Estas capillas cuentan con retablos diseñados por Pedro Duque Cornejo (1678-1757) y ejecutados por los maestros Francisco Calvo (1708- h. 1785) y José de Medina (1709-1783).

La capilla de San Benito fue promovida por el obispo fray Benito Marín (

Proyectos Decorativos en las Capillas Antonias

Las capillas barrocas de la Catedral de Jaén son un ejemplo de la preocupación de determinados religiosos por dotar a los templos de una gran belleza artística, lo que llevó a la creación de proyectos decorativos de alto valor cultural.

El canónigo Ambrosio de Gámez fue uno de los principales promotores de estas capillas en la Catedral de Jaén. En su capilla, situada en la Catedral, se erigió un magnífico entorno dorado en el que se representan los acontecimientos más importantes de la vida del santo. En el lado derecho, el escultor Medina talló una hermosa Lactación de San Bernardo, con una virgen similar a la del retablo mayor de San Ildefonso de Jaén.

Esta capilla también acoge otras piezas de gran valor, como una antigua Inmaculada de Sebastián de Solís que perteneció a la catedral vieja. Destaca también el sagrario, una pequeña pieza con una pintura de José Nogué (1880-1973), que gozaba de gran popularidad en la época.

Proyectos de Simetría en las Capillas de la Nave del Evangelio

En cuanto a la capilla de Santa Teresa, siempre dedicada a esta santa, podemos encontrar el retablo de Duque Cornejo y las tallas de José de Medina, especialmente los santos Juan Bautista y Roque. Además, esta capilla junto a la de San Benito, mantiene vestigios de la catedral gótica en su pared izquierda.

El capítulo barroco alcanza su clímax en la capilla de San Miguel, costeada por Ambrosio de Gámez, aunque no fue enterrado en ella, sino en el convento de San Francisco. En un primer momento, se buscó una simetría entre las capillas de la Nave del Evangelio y las de la Epístola, y en este caso se logró.

La capilla de San Miguel se encuentra frente a la capilla de los Dolores, primera en ser decorada por Gámez, con un elegante retablo con un óvalo dedicado a San Miguel luchando contra el diablo, pintado por el renombrado Bernardo Lorente Germán (1680-1759). En el altar se encuentra una hermosa pintura de la Virgen de Alcázar, patrona de Baeza, ciudad en la que Gámez pasó su infancia y comenzó su carrera como canónigo de Diego de Cózar, un gran defensor de las artes.

En los laterales se encuentran dos esculturas de José de Medina que representan a San Ambrosio y San Agustín, el santo patrón de Gámez y su hermano. Al igual que en la capilla de los Dolores, la decoración abarca todo el espacio, hasta alcanzar los casetones de la bóveda. En los muros laterales se pueden ver diez lienzos que representan a los arcángeles y se atribuyen al pintor Francisco Polanco, de Cazorla, que trabajó en Sevilla durante la primera mitad del siglo XVII.

Obras Barrocas y Neoclásicas en las Capillas de la Catedral de Jaén

Las capillas de Santo Domingo y San Juan Nepomuceno conservan sus retablos barrocos, pero eso no ocurre con San Jerónimo, Santiago y San Fernando, que han sido reemplazados por los actuales neoclásicos. La Academia de San Fernando tuvo un papel destacado en esta decisión, ejerciendo una importante influencia en algunos capitulares y obispos, como José Martínez de Mazas (1731-1805) y Agustín Rubín de Ceballos (1780-1793).

Fue entonces cuando se retiraron los retablos barrocos y se colocaron los nuevos de estilo neoclásico. Sin embargo, varias pinturas y esculturas se conservaron. Estas últimas, realizadas por José de Medina y Francisco Calvo, fueron pintadas de blanco para imitar mármol y se utilizaron para decorar el trascoro y la capilla del Niño Jesús.

En contraste con el proyecto barroco, que fue muy cuidado por el canónigo Gámez, se inició una nueva era neoclásica en la que el deán Mazas sería un gran defensor. También contó con el apoyo de la Academia de San Fernando y algunos de sus miembros, como Ventura Rodríguez y Antonio Ponz.

En este contexto de entusiasmo neoclásico se realizó el retablo de la capilla de San Eufrasio, sufragado por el obispo Rubín de Ceballos en honor al primer obispo de la diócesis, sobre el que mostraba una gran devoción desde su llegada. Este retablo, aprobado por la Academia de San Fernando, sirvió de modelo para los de Santiago y San Fernando. También se unieron a esta tendencia los diseñados por Manuel Martín Rodríguez, sobrino de Ventura Rodríguez y a cargo de la obra del Sagrario, particularmente los de San Jerónimo, el Niño Jesús, el Cristo del Refugio, San Pedro Pascual y la Virgen de las Angustias.

Todas estas capillas albergan obras antiguas, muchas de ellas procedentes de otros templos, conventos desamortizados y de la propia catedral. Entre las piezas destacadas, se encuentran la Virgen de las Angustias, obra de José de Mora (1642-1724), procedente del convento de carmelitas descalzos de San José. También es relevante el Cristo del Refugio, una magnífica talla vincul

La Virgen de la Antigua de la Catedral de Jaén tiene una larga y rica historia, comenzando con la colocación de la imagen por el Rey Fernando III en la antigua mezquita que fue convertida en iglesia cristiana. Sin embargo, estudios realizados demuestran que la talla actual se corresponde con una obra de la segunda mitad del siglo XIV.

La talla original y la devoción por la Virgen de la Antigua.

Desafortunadamente, Jaén sufrió numerosos ataques de los musulmanes de Granada, como la razzia de 1368 que causó gran destrucción a la Catedral. Aunque no se sabe con certeza, es muy posible que la talla original tuviera que ser reemplazada por la actual debido a estos ataques.

Desde los primeros días, los giennenses tuvieron una gran devoción por la Virgen de la Antigua. Sin embargo, en documentos antiguos, la imagen no era conocida como tal, sino como «Nuestra Señor la Mayor» o simplemente «Nuestra Señora». Este nombre cambió a lo largo del tiempo, y ahora se la conoce como la Virgen de la Antigua.

El estilo y el significado de la talla.

La Virgen de la Antigua se caracteriza por su estilo gótico, con detalles de la Virgen amamantando al Niño Jesús, conocido como Galactotrofusa o Virgen de la leche. Sus vestimentas son ricas y están inspiradas en modelos franceses y navarros, lo que denota la influencia de la cultura europea en la época en que se creó la talla.

En un inventario de 1518, se menciona que la imagen ya contaba con numerosos vestidos y mantos, los cuales se han ido incrementando a lo largo de los siglos. Actualmente, se pueden encontrar en la sacristía mayor, aunque la imagen no es vestida desde 1988. Además, muchos devotos han donado joyas y piezas de plata, como maceteros y ramilleteros, para adornar su capilla y camarín.

La devoción y las procesiones de la Virgen.

La Virgen de la Antigua ha sido venerada y procesionada durante siglos, tanto para pedir favores como para dar gracias. Se sabe que algunas de estas razones incluyen la liberación de epidemias, la solicitud de lluvias y la salud de los monarcas. Además, desde 2010, preside la procesión del 15 de agosto en la que se presentan los niños nacidos en el último año. Esta devoción fue promovida por Felipe IV y el arzobispo-obispo Fernando de Andrade.